"Qué importa mi boca
cerrada, ¡cuando piensas con el alma te oyen!".
Hoy ha fallecido, a los 96 años
de edad, José Luis Sampedro, catedrático de Economía, miembro de número de la
Real Academia Española de la Lengua y uno de los novelistas españoles más
reconocidos de la segunda mitad del siglo XX.
A continuación, el prólogo que escribió para el libro ¡INDIGNAOS! de Stéphane Hessel.
Yo también nací en 1917. Yo
también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una
dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la
situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak. Podría aportar más
detalles, pero la edad y la época bastan para mostrar que nuestras vivencias
han sucedido en el mismo mundo. Hablamos en la misma onda. Comparto sus ideas y
me hace feliz poder presentar en España el llamamiento de este brillante héroe
de la Resistencia francesa, posteriormente diplomático en activo en muchas
misiones de interés, siempre a favor de la paz y la justicia.
¡INDIGNAOS! Un grito, un toque de
clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los
reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos
bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.
Al principio sorprende. ¿Qué
pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia,
en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí
no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es
el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De
verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo
que se ha evolucionado de otro modo?
Actualmente en Europa y fuera de
ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el
bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus
víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos. El autor de este
libro recuerda cómo los primeros programas económicos de Francia después de la
segunda guerra mundial incluían la nacionalización de la banca, aunque después,
en épocas de bonanza, se fue rectificando. En cambio ahora, la culpabilidad del
sector financiero en esta gran crisis no sólo no ha conducido a ello; ni
siquiera se ha planteado la supresión de mecanismos y operaciones de alto
riesgo. No se eliminan los paraísos fiscales ni se acometen reformas
importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias
de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los
gobiernos. Como dice Hessel, "el poder del dinero nunca había sido tan
grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más
altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer
lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no
del interés general"
¡INDIGNAOS!, les dice Hessel a
los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la
historia. De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la
indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los
mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras
vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistirse
fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por tropas
fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero
internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el
peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en
aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Ghraib),
muros, vallas, ataques preventivos y "lucha contra el terrorismo" en
lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como
la mal llamada globalización financiera.
¡INDIGNAOS!, repite Hessel a los
jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno
de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social, los avances
del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. Los
brutales atentados del 11S en Nueva York y las desastrosas acciones emprendidas
por Estados Unidos como respuesta a los mismos, están marcando el camino
inverso. Un camino que en la primera década de este siglo XXI se está
recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los
jóvenes. Con su grito les está diciendo: "Chicos, cuidado, hemos luchado
por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y
mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten".
¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar
los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad
prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para
distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al
engaño propagandístico. "Los medios de comunicación están en manos de la
gente pudiente", señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente?
Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro
derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.
No siempre es fácil saber quién
manda en realidad, ni cómo defendernos del atropello. Ahora no se trata de
empuñar las armas contra el invasor ni de hacer descarrilar un tren. El
terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, más
sofisticado que el de los bombarderos nazis. Hoy se trata de no sucumbir bajo
el huracán destructor del "siempre más", del consumismo voraz y de la
distracción mediática mientras nos aplican los recortes.
¡INDIGNAOS!, sin violencia.
Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o
Martin Luther King. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente
en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya
redacción fue partícipe el propio Hessel. Como cantara Raimon contra la
dictadura: Digamos NO. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡INDIGNAOS!
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