Gran Maestre de 1947 a 1954
Marguerite MARQUET, de casada MARTIN, nació
el 23 de septiembre de 1877 en Fontenay-le-Comte en Vendée. Sus padres se
ponían la etiqueta de « pareja de republicanos libre pensadores ».
De su infancia, a causa de una bofetada que
recibió injustamente de una religiosa, data su odio a la injusticia. Tiempo
después diría:
“Quizás
es esta primera rebelión ante la injusticia la que ha hecho de mí, para
siempre, una militante revolucionaria y me ha convencido de que puede haber en
la cólera una forma mágica verdaderamente salvadora cuando está basada en
intenciones altruistas y generosas.”
En su juventud se interesó mucho por la
corriente anarco-sindicalista. Las acciones de Francisco FERRER, fundador de la
escuela libre y Marie BONNEVIAL, le marcaron profundamente. También lo hicieron
María VERONE y Madeleine PELLETIER. De esta manera, entró en la lucha feminista
y llegó a ser una oradora brillante.
Conmovida por el contagio del odio durante la
primera guerra mundial y la militancia política que le parecía insegura, las
excomuniones y las actitudes sectarias hicieron de ella una insumisa.
De esta manera, encontró la Francmasonería
que le dejó entrever un puerto de fraternidad. Proveniente de la Logia
“Libertad” participó en la creación de la L:. “Raspail” que se reunió por
primera vez el 4 de enero de 1918 asociada a cuatro logias pertenecientes a la
Gran Logia Simbólica Mixta de Francia.
Reemplazó a la Ha:. Blanche ANTOINE en la Gran
Secretaría de la Gran Logia Simbólica. En este puesto trabajó para llegar, el
12 de marzo de 1922, a la reunificación de su organización y del “DERECHO
HUMANO”.
Fue Presidenta de la Federación Francesa y en
1947 fue elegida M:.P:.G:.C:.. A pesar de sus problemas de salud, presidió el
Convento Internacional de 1954 en donde fue nombrada Gran Maestre de honor.
Citamos una de sus últimas alocuciones en el
convento de 1954 que, según Rémy BOYAU resume la evolución de su existencia:
“No
olvidemos nunca que este templo a las puertas del cual, en el momento
inolvidable de nuestra iniciación, fuimos despojados de nuestros metales, no
puede ser de ninguna manera y bajo ningún pretexto un campo de batalla ni por
nuestras pequeñas ambiciones personales, ni por nuestras peleas partidistas ni
por los grandes conflictos políticos o sociales que no tienen su lugar aquí”
El 11 de junio de 1956 partió para el
G:.O:.E:. a causa de un infarto de miocardio.
El
papel de las mujeres en la paz
Conferencia
del 25 de febrero de 1926, sala de festividades del G:.O:.D:.F:.
He venido a vosotros con una emoción
profunda. A lo largo de mi carrera de militante, ya larga por los más de veinte
años en ella, no recuerdo haber experimentado nunca esta emoción de una manera
más viva que ahora.
Los sentimientos que me animan están basados
a la vez en la alegría, el orgullo y la rabia. Alegría de aportar mi humilde
ofrenda a este culto de la Paz al que he consagrado toda mi vida, orgullo de
haber sido juzgada por mis amigos digna de servirle, y rabia de no estar, a
pesar de todos mis esfuerzos, a la altura de tan magnífica tarea.
Antes de 1914, tenía la osadía de hablar de
la guerra porque no había sido consciente de todo el horror. Hoy día, sé que no
hay palabras en ninguna lengua para expresarlo. ¿Por qué intentarlo ante
hombres la mayoría de los cuales han vivido la angustia alucinante de las
trincheras y ante mujeres que, casi todas, han conocido sus sufrimientos y sus
pesares?.
Las palabras no podrían enseñar nada en este
punto a los hombres y mujeres de nuestra generación.
El asesinato, el robo, la violación, el
libertinaje, el hambre, la enfermedad, la miseria y la ruina son el cortejo
habitual de las guerras.
Después de doce años, ninguna de estas
calamidades se nos ha ahorrado.
En consecuencia, lo que sorprende no es el
horror que la guerra puede inspirar, al contrario, es la indiferencia y la
pasividad consentidora de las masas…. Nos extraña que la humanidad no salga más
apaciguada de la prueba de fuego y de sangre que acaba de sufrir… y de que sea
necesario todavía hablar de las vergüenzas de la guerra y de los beneficios de
la paz…
Sí, ya sé, todo el mundo es pacifista. Nadie
osa declarar abiertamente que es partidario de la guerra. Se ocultan
púdicamente estos sentimientos. Cuando se ha hecho, es siempre en contra de uno
mismo…. Pero se ha hecho e incluso se aprueba…
Mirad a vuestro alrededor….
En su seno, los partidos políticos se atacan
con una violencia inaudita y parece realmente que el revolver haya llegado a ser los argumentos supremos.
En el exterior, no sólo nosotros no hemos
perdonado a nuestros enemigos, sino que ya miramos a nuestros aliados de ayer
como posibles enemigos del mañana.
Lo que es cierto para nosotros, también lo es
para ellos.
¿Dónde vamos? ¿Qué preparamos? ¿Queréis
conocer las dulzuras de la guerra química y las de la guerra de artillería?
¿Los gases, los bacilos y los obuses de largo alcance? Decid, ¿es lo que
queréis?
Si no lo queréis, ha llegado el momento de
reaccionar y de remontar la corriente y para ello, no es suficiente limpiar y
pacificar la política, es necesario también y sobre todo, limpiar y pacificar
los espíritus pues las intenciones de los dirigentes no son nada ahí donde no
esté la voluntad profunda de las masas.
No digo que para que exista la paz sea
suficiente quererla, pero afirmo que quererla es un gran paso hacia su
consecución.
No hay que pasar por alto ninguno de los
elementos posibles de apaciguamiento.
He venido a deciros, y esto debe ser el
objeto principal de esta charla, que uno de los más activos elementos de paz es
sin duda la actividad social de las mujeres.
Entendámonos bien. No hay que preguntar a las
mujeres más que lo que ellas son capaces de dar. Yo no soy de estas feministas fanáticas,
que ven por ejemplo, en el sufragio femenino una panacea universal capaz de
curarnos de todos nuestros males. No. Las mujeres, al igual que los hombres, no
hacen, milagros…, y para dotarnos en el momento actual de la paz mundial y
asentarla sobre bases duraderas, es necesaria, con seguridad, otra cosa que su
buena voluntad… Hay un pesado fardo que levantar: las grandes fechorías de
diplomacia secreta, los múltiples errores de la colonización, los de la
educación, las exigencias cada vez más imperiosas de la vida económica, las
ambiciones de unos y los odios de otros….
´
Pero por lo menos se puede intentar hacer un
esfuerzo desde la Sociedad de las Naciones, se puede ejercer una influencia en
las capas profundas de los pueblos, y yo mantengo que para esta necesaria obra,
la colaboración de las mujeres no es solamente útil, sino indispensable.
Vaya de antemano que preveo objeciones y que
ya, sin duda, están apareciendo en vuestros espíritus.
La mujer a lo largo de la historia y
especialmente durante la última guerra, no ha dado pruebas seguras de su
pacifismo. En agosto de 1914, ella ha colocado lazos tricolores alrededor de su
cintura y escarapelas en su sombrero. Ella no se ha tirado a los raíles delante
de los trenes de movilización. Burguesa nacionalista, la mujer ha rechazado
intervenir en los poderes públicos, en Alemania para parar las vergonzosas
deportaciones del Norte, en Francia para dar pan a los hambrientos de los
Imperios centrales. Como obrera, en todos los países, ha fabricado municiones
para alimentar a la artillería…
¡Es verdad, lo sé, me avergüenzo y lloro!
Y sin embargo esto no me impide decir que la
mujer es pacifista. ¿Cómo podría ser de otra manera?
¿Cómo la mujer que conoce el precio de la
vida porque la ha creado podría no tener un horror instintivo al asesinato?
¿Cómo, la mujer, ecónomo por costumbre y por educación, podría no odiar este
formidable despilfarro de riquezas que representa la guerra? ¿Cómo la mujer,
naturalmente sensible y buena, podría no reprobar los actos de brutalidad y salvajismo
inherentes a la guerra?
Negar esto es negar la naturaliza misma, la
naturaleza siempre lógica y que no puede haber puesto a la vez en el mismo
individuo el instinto generador y el gusto por la destrucción.
La verdad es que cometemos un error de psicología,
error por otra parte fácilmente explicable. Efectivamente, ocurre a menudo que
las deformaciones debidas a las influencias sociales o a los efectos de una
mala educación, nos impiden ver el verdadero carácter de los individuos. Es
esto lo que se produce con la mujer. No nos damos cuenta del que el estado de
ánimo que nos extraña de ella no es más que el reflejo de la mentalidad
masculina. Son los sentimientos masculinos los que la mujer, por su parte,
también experimenta…
Sin duda, las mentalidades han evolucionado
después de 1914 y aunque todavía la mujer no ha sido liberada por las leyes, es
de justicia reconocer que se ha evadido en parte de las prisiones en las que
nuestras costumbres la habían encerrado.
Ella ha trabajado, ha luchado, ha actuado y
pensado por sí misma, o por lo menos la gran mayoría de mujeres lo han hecho.
Pero antes de 1914, la mujer no sabía apenas que era la independencia. El
hombre se había encargado de su educación y la había convertido en una especie
de satélite de su propia persona…
El hombre había dicho a la mujer:
“Tu lugar está en el hogar y solamente en el
hogar”. Tu papel es vivir contenta y ocuparte con ternura de la casa, traer
niños al mundo y educarlos. Para el resto, descansa en mi sabiduría, en mi
coraje y en mi fuerza. Yo estoy aquí y vigilo.”
Vosotros sabéis cómo ha vigilado…., y cómo el
querido hogar, edificado con tanto amor por la esposa, por la madre, fue
reducido a cenizas en unos pocos días.
¿Por qué en este momento habría tenido ella
más lucidez que el hombre, su iniciador, su educador? La mujer lo ha visto
desgraciado, en peligro, ella se ha visto asimismo amenazada. Él cargaba su
arma para defenderla. Ella gritaba: “¡Apunta bien y mata!” ¿Qué hay de más
natural? ¿Y no es profundamente injusto reprochárselo ahora?
Flaubert dijo: “Dios ha hecho a la hembra y
el hombre a la mujer. Ella es el resultado de la civilización. Una obra
artificial”. Palabras profundas que os dejo para meditar.
Sí, Dios o, si preferís, la Naturaleza, ha
hecho a la mujer. La ha creado dulce y piadosa, la ha inclinado trémula de
ternura al borde de una cuna. Esta criatura no admite la guerra, tampoco quiere
el odio. El amor es su razón de ser. El instinto maternal es su fuerza. Ella
nunca envía a su hijo voluntariamente a la guerra., Al contrario, le defiende
poniendo en riesgo su vida, como un animal. La otra, la que el hombre, o si lo
preferís, la civilización ha fabricado, la que viste a su pequeño hijo de
soldado el día de carnaval y le da soldados de plomo como regalo, es un ser
ficticio al que no hay que juzgar y condenar la feminidad,
Yo pido que se permita a la mujer poder
expresarse siendo ella misma, ejercer su indispensable influencia. Para ello,
hay que dar a la mujer su justa plaza en lo social.
A menudo he expresado esta idea de que hay en
el mundo dos principios inseparables y complementarios, el uno masculino y el
otro femenino, y que sólo la unión de estos dos principios puede dar lugar al
equilibrio y la armonía. Por el predominio masculino sobre el femenino, después
de los siglos hemos destruido el equilibrio. Ha llegado la hora en la que es
necesario restablecerlo dando a la feminidad su verdadero lugar...
¿Cuál será, fuera de su influencia política
cuya orientación es muy fácil de prever, la influencia profunda de las mujeres
en la evolución de nuestras costumbres en el tema del pacifismo? Es muy fácil
de prever. Habrá que buscarla primero en la exteriorización misma de su
sensibilidad. El amor, como la belleza, poseen en sí mismos una potencia
extraordinaria de atracción. En contacto con ellos, la humanidad encontrará,
quizás, un poco de la llama del entusiasmo que ha perdido.
Hay que decir que nos hemos vuelto unos
racionales y unos escépticos. Hemos perdido la Fe, y por ello no entiendo la fe
en los dogmas religiosos. No, quiero hablar de esta fe en un ideal superior de
justicia, de verdad y de fraternidad que animaba siempre a nuestros padres y
que les hizo tan grandes en ciertos momentos de su historia. Hemos perdido la
fe y la hemos reemplazado por frías verdades marxistas, por severas leyes
económicas y científicas, por mezquinas pequeñas combinaciones políticas y
electorales.
La mujer ha conservado piadosamente en el
fondo de su corazón esta divina llama de entusiasmo…. Más sensible que
cerebral, más intuitiva que racional porque por su naturaleza física ella está
más cerca del instinto que el hombre, a ella le compete llevar a la humanidad
hacia el Amor y hacia la sana naturaleza. Su delicada sensibilidad completará
las carencias de la fría razón del hombre, al igual que gran la lógica del
hombre completará lo que su ánimo tiene a veces de demasiado impetuoso y a
veces incluso de irreflexivo.
Así pues, el uno con el otro y el uno por el
otro, conseguirán la humanidad armoniosa que deseamos.
Pero donde su influencia será soberana es en
la obra de la educación. El adulto es muy a menudo el niño que fue. ¿No habéis
constatado vosotros mismos muy a menudo lo difícil que es romper con las
influencias de la educación primaria y hacer tabla rasa con el pasado?
Constantemente nos encontramos espontáneamente y casi sin quererlo con palabras
y gestos de otros tiempos que creíamos olvidados.
Ahora bien, hay que decirlo, en casa como en
la escuela y en la escuela como en casa, educamos a nuestros niños como si el fin
supremo fuera hacer de nuestras hijas seres sin personalidad y sin energía y de
nuestros hijos verdaderos brutos. A la niña pequeña, naturalmente temerosa y
tímida le decimos: “No hagas ruido, no te agites así…. ¡Eso es sólo propio de
niños!. Al niño pequeño naturalmente peleón, batallador y destructor le
decimos: “No llores así por una pupa, hay que ser valiente, tu eres un
hombre…..”
Así, nuestro hijo se entrena para rechazar lo
que en él hay de verdaderamente humano, se ejercita en caer sin una palabra,
sin un grito, por el orgullo de haber dado volteretas delante de una galería
admiradora. En la escuela aprende a desfilar cantando: “¿Dónde vas tu, soldado
de Francia?” Más tarde, los clubes deportivos nos lo toman para realizar bellas
hazañas. Después de esto, podéis estar tranquilos. A los veinte años estará
bien preparado para seguir a cualquier César en grandes expediciones
guerreras….
De este estado de cosas, hay que decirlo,
somos nosotras, las otras mujeres muy responsables. Pero esto, lo repito,
porque razonamos con los hombres y como los hombres en lugar de seguir nuestros
propios deseos. Si escuchamos a nuestro corazón, tomaremos sobre nuestras
rodillas a nuestros dos hijos, niño y niña, como el buen padre Rip y les
diremos:
“Hijos,
entrad en la vida juntos de la mano. Si ella os sonríe, estaréis unidos en la
alegría. Si la adversidad os golpea, seguid unidos en el dolor. No os
avergoncéis por vuestras lágrimas porque son humanas y porque si conocéis el
precio, sabréis evitar hacer correr otras. Aceptad con coraje el dolor en lo
que sea inevitable porque os santifica y os vivifica… Pero luchad sin embargo
contra él con todas vuestras fuerzas porque tenéis como primer deber servir a
la vida y para ello necesitáis crear siempre bienestar en vosotros y a vuestro
alrededor. Sed buenos, sed fraternales, sed humanos, sed, sobre todo seres
vivos y no seres fácticos y convencionales.”
El día en el que todas las mamás, no sólo las
mamás de Francia sino las de todos los países, hablen este lenguaje a sus
hijos, ese día, César podrá guardar sus laureles y la política internacional no
tendrá gran cosa que hacer para asegurar la paz en el mundo.
Desgraciadamente la feminidad ha sido
deformada…. Equivocadas por este error de óptica que nos hace ver en todo lo
que es masculino algo socialmente superior, las mujeres se han esforzado en
conquistar las cualidades, las aptitudes del hombre, imitarlo en sus gestos, en
lugar de afirmar sus propias posibilidades, en lugar de desarrollar sus propias
facultades, diferentes, evidentemente, pero tan preciosas como las del hombre.
Esfuerzo inútil y peligroso cuyo fracaso no ha servido más que para retrasar la
hora de la liberación.
Hay pues, toda una obra de reeducación que
hacer. No sólo reeducación de la mujer, sino reeducación de la pareja humana.
Es ésta la obra que ha emprendido la
Masonería Mixta. Ella cree que las organizaciones feministas o femeninas, es
decir, compuestas únicamente por mujeres, o preocupadas solamente por
reivindicaciones feministas, están gravadas con los mismos errores que las
organizaciones masculinas y que sólo las organizaciones mixtas son capaces de
alcanzar esta armonía humana que soñamos.
Piensa también que cuando los hombres y las
mujeres hayan estudiado en común todos los grandes problemas filosóficos y
sociales de los que depende su bienestar y el de sus hijos: problemas de
natalidad, de educación de los pequeños, lucha contra la prostitución, contra
el alcoholismo, contra los tugurios, contra todas las taras sociales, estarán más
cerca de la paz y, sobre todo del espíritu de paz, primera condición de la
propia paz.
Es cierto que esta idea respondía al
pensamiento de nuestro H:. Georges MARTIN, fundador de nuestra Orden y que le
dio el más bello y simbólico nombre “El Derecho Humano”, y que él quiso este
Derecho Humano internacional, el más alto, más puro, más bello de los
internacionalismos, el que está basado en la fraternidad de las mentes y de los
corazones, en la comunión de los seres en el amor.
He aquí la obra en la que hemos querido
interesaros.
¿Me habrá sido dado haceros comprender y
sentir toda la belleza?
Y ahora, me vuelvo a vosotras, mis queridas
HHa:.. Digo “mis hermanas” porque oís bien, seáis o no Masones, estáis todas
cerca de mí, ¡sois todas mis hermanas!
¿Cómo desearía dirigiros una ardiente
llamada! ¡Cómo desearía poder encontrar en mi corazón las palabras que supieran
encontrar el camino del vuestro!
¿No es cierto que me habéis comprendido? ¿No
es lo que yo he expresado lo que todas sentís en el fondo de vuestro corazón?
¿No habéis comprendido el gesto de las mujeres alemanas, el gesto de las madres
alemanas cuando han venido, hace algunos días, a plantar en los suelos
devastados de Arras los árboles de la reconciliación, los árboles de la Paz, a
la sombra de los que los pequeños niños de Francia jugarán mañana? ¿No es
cierto que vosotras quisierais responder a este gesto tendiéndoles una mano
fraternal? Por encima de las barreras convencionales, por encima de las
fronteras, vosotras uniréis vuestras manos a las de todas las madres del mundo,
y haréis con ellas una gran cadena de amor alrededor de la cuna de vuestros
pequeños.
No respondáis más: ¿Y para qué? a los que os
hablen de lucha y acción. Vosotras sabéis hoy que tenéis un gran papel que
jugar. No es suficiente engendrar un niño de la propia carne: después de
haberlo puesto en el mundo, es preciso permitirle vivir y ser feliz. No es
suficiente construir un hogar, es preciso franquear la entrada para interrogar
al horizonte y ver de dónde viene la nube que lo amenaza.
No olvidéis, mis queridas HHa:., la imagen
simbólica que representa la República que es un rostro de mujer y lleva un
nombre de mujer. Verdaderamente, un símbolo potente. Es preciso que llegue
mañana para la eclosión de las fuerzas que están en vosotras, de las fuerzas
que lleváis en gestación como habéis llevado a vuestro hijo, es preciso que
mañana llegue a ser una realidad
sublime.
Despertaros, mis HHa:.
¡Odio al odio! ¡Guerra a la guerra!
Haced que el amor se expanda en vosotros y a vuestro
alrededor, el Amor, potencia única, el Amor divino creador, el Amor hijo del
Cielo
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