Una vez abierta la logia
en grado primero, cualquier hermano o hermana que desee entrar y participar en
los trabajos, tendrá que hacerlo con la marcha del aprendiz.
La marcha del aprendiz marca
la ruta que va desde Occidente a Oriente, desde la oscuridad hacia la luz. Se hace
estando al orden. Hay que colocar los pies en forma de escuadra, tacón contra tacón;
el pie izquierdo avanza primero hacia delante. La planta de los pies no se
levanta, se desliza en el suelo sin perder nunca el contacto con él. Son tres
pasos, hasta llegar a situarse entre columnas. En ese momento el hermano/a
procederá a saludar al VM.·., seguidamente al 1º Vig.·. y, finalmente, al 2º
Vig.·.. Acto seguido, estando al orden entre columnas, el VM.·. dará
instrucciones al MC.·. de conducir al hermano/a a su lugar en L.·..
La marcha del aprendiz
nos sumerge en el simbolismo masónico del movimiento, en la práctica de ponerse
en marcha con un rumbo, en la autoafirmación, como iniciado, de querer
progresar y participar, desde el particular método masónico, en el Progreso Universal.
Esta forma de andar
tiene un ritmo regular, que recuerda la constancia que debe tener el aprendiz
para enfrentarse a sus dudas, y a las luchas contra sí mismo para avanzar en
dirección a la luz.
Nada de apresuramiento.
Cada paso es igual al otro. Nada de sobresaltos. Progresión uniforme. Ni un solo retroceso y la
conciencia bien despierta.
El pie izquierdo inicia
y dirige la marcha, en claro predominio de la razón. Representa el futuro.
El pie derecho marca la
horizontalidad del progreso ordenado, nivelado, siguiendo los dictados de la razón,
en alusión también a la justicia que deben tener nuestros actos.
Las plantas de los pies
no abandonan el suelo, arrastran el pasado y enmarcan la acción en la tierra, en el lugar donde
aprendemos, amamos y actuamos.
Todo el simbolismo de
primer grado ronda alrededor del numero tres. Herramientas (mallete, cincel,
regla), invocaciones de la Sabiduría, Fuerza y Belleza; las tres luces del
taller: VM, 1º Vig.·. 2º Vig.·.; la batería de aclamación Libertad, Igualdad,
Fraternidad; el toque; la edad.
Y naturalmente, tal y
como se ha descrito, son tres los pasos que el aprendiz da en su marcha. Pasos
que dibujan la rectitud en la dirección de su caminar y que conforman tres
escuadras como emblema de la conciencia y de la verdadera equidad.
El aprendiz abandona el
mundo profano mediante esta marcha, decidido a sortear sus dudas, penas y
miserias, y lo hace, como hemos dicho, comenzando con el pie izquierdo, pie quizás más débil que
el derecho, pero que concuerda con las tres fases de la vida: nacimiento, vida
y muerte.
Queridos hermanos y
hermanas, en relación con lo expresado me viene al camino este poema de José
Verón Gormaz, titulado: Instrucciones para cruzar un puente:
Si a
cruzar te dispones,
si vas
a transitar la misteriosa longitud del puente,
piensa
en las aguas del río que atraviesa,
piensa
en las aguas como en tu propia sangre,
piensa
en ellas, que fluyen incesantes,
bajo
las piedras prisioneras del arco,
sin
pensar qué principio fue el suyo
ni a
qué final deslizan su presura.
Si
deseas cruzar a la otra orilla
imprégnate
primero del lugar que abandonas,
siente
dentro de ti
el
puñado de tierra que pisan tus zapatos,
contempla
la arboleda que te prestó su sombra
y que
quizás no vuelvas a mirar.
Cuando
con decisión atravieses el puente
camino
de la orilla venidera
sospecha
de tus pasos,
tus
propios pasos que al avanzar escuchas
con
sonido de pasos que se alejan.
y
cuando la otra orilla pises
hazlo
como si de un suelo sagrado se tratara:
el
lugar te recibe con todos tus recuerdos,
con
todas las sombras miserables
que al
otro lado creíste abandonar.
He
dicho.
Hno.
Segundo Vigilante
Luis
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