La Logia incorporará
nuevos miembros siempre que éstos sean capaces de asumir los objetivos
generales de nuestra Orden, el Derecho Humano, y que son: buscar la verdad, a
fin de concretar en la Tierra el máximo desarrollo moral, intelectual y
espiritual, no solo para uno mismo, sino también para toda la Humanidad.
El candidato pues ha de
tener unas condiciones previas que le permitan abrazar el ideal descrito
anteriormente, y esas condiciones deben satisfacer a los maestros y maestras
del taller.
Estas condiciones no se
concretan ni en los RRGG ni tampoco en la Constitución Internacional. Es
necesario ir al ritual de primer grado, al apartado de Pase Bajo Venda, donde
se indica que el profano ha de ser libre
y de buenas costumbres, sin que sus inclinaciones políticas o religiosas
influyan en la decisión final de admitirlo o rechazarlo.
Bastaría pues con que el
candidato fuera libre para entrar, en tanto que un ser libre no necesitaría
otros atributos, pero se añade ser –de buenas costumbres. Incluso en la
tradición masónica siempre se ha requerido otro requisito más: el de honrado
(libre, honrado y de buenas costumbres).
Para llegar a concluir
que un candidato es apto, se establecen, tras una entrevista previa del VM,
tres aplomaciones independientes realizadas por miembros maestros masones. No
siendo suficiente esto, se le hace pasar al candidato por el Pase bajo Venda,
en el que, indefenso, sin luz, debe contestar a las preguntas que los miembros
le realizan, a fin de concluir que efectivamente es libre, honrado y de buenas
costumbres.
Sobre la calidad del
candidato y nuestros métodos ha habido mucha controversia interna. Se ha
debatido en algunos casos que algún candidato no debería haber entrado. En otros,
y en base a creencias particulares, se ha dicho que el candidato debería tener
un determinado nivel espiritual, como si la espiritualidad se pudiera medir de
algún modo. También se ha comentado, con bastante propiedad, que no basta con
ser libre, honrado y de buenas costumbres, requiriéndose que el candidato,
adicionalmente, sea trabajador y tenga el deseo de progresar de ir más lejos,
de no conformarse.
Decimos LIBRE, pero ¿de qué
libertad estamos hablando? ¿Acaso nosotros, los examinadores, somos libres por
estar ya en Masonería? ¿No es verdad que el objetivo del masón es convertirse
en un ser libre? ¿No es cierto que en ese trabajo nos empeñamos toda una vida?
Por tanto ¿qué tipo de libertad estamos exigiendo a un profano para que éste
pueda entrar?
La respuesta es
evidente. Se exige al profano que sea libre para poder cambiar. Que sea
consecuente con lo que ha encontrado tras desbastar su piedra bruta. Que tenga
el valor de eliminar o cambiar aquello que le impide ser más libre, aquello que
le ata y no le deja cambiar a un mundo mejor.
Buenas costumbres ¿a qué
costumbres nos estamos refiriendo? Sin duda alguna a las practicadas en el medio
en donde se vive, ya no en el lugar en que se ha nacido, si no en la cultura y
sociedad en la que le toca vivir en el día a día.
En el fondo, todo se
basa en nuestro lema LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.
Libertad como aspiración
máxima, como capacidad de cambio. Honradez asociada a la IGUALDAD y a la
justicia que deben tener nuestros actos. Y, finalmente, las buenas costumbres, en cuanto al respeto debido entre unos
y otros, valorando la diversidad como motor de cambio, lo que podríamos asociar
con la Fraternidad.
He
dicho.
Hno.
Luis. Segundo Vigilante