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martes, 1 de enero de 2013

El alba y el crepúsculo



Solsticio celebrado en común con la R.·.L.·. Alba de Levante.
Síntesis de la R.·.L.·. Constancia.


  Aquí todo es símbolo…se nos dice en repetidas ocasiones desde nuestra iniciación. La manera de cómo los francmasones distribuimos y denominamos el tiempo en masonería en absoluto es ajena a esto. Nuestros trabajos comienzan y finalizan durante la actividad solar, simbolizando nuestra plenitud vital y energética.
  
 La luz es esencial para nosotros, nuestra mayor aspiración, el referente que permite la evolución en progresivos estadios evolutivos. Su intensidad y recorrido son de extraordinaria importancia y aparecen bien señaladas y denominadas, con densa carga simbólica.
  
   Alba y Crepúsculo corresponden en el tiempo profano a los momentos de luz previos a la salida del sol en el primer caso y a la oscuridad total en el segundo. Son, pues, breves fases de transición, emergentes y declinantes que preceden siempre al comienzo y al final de algo.
   Deidad que personifica el amanecer, mujer encantadora que vuela y anuncia la llegada del sol, acompaña la primera luz de la mañana que desprende el planeta Venus.
Emocionalmente, ¿qué nos dice?;la renovación de un nuevo día, la constatación de que seguimos existiendo y permaneciendo aquí. Despertar consciente, continuidad de todo lo bueno…vida
   Como representación del universo que es este taller donde nos reunimos, ¿cuándo y dónde podemos ubicarla en nuestro lugar y tiempo sagrado?, es claro, el alba estaría en esos momentos desde nuestra estancia en pasos perdidos hasta la iluminación del Templo. Tampoco hay duda del lugar físico, el Or:., donde se sitúa el V:.M:..

   En la claridad final desde que el sol se pone hasta que da paso a la noche nos sumergimos en tiempo de sueño, interrupción de la actividad sólo aparente pues con frecuencia afloran dudas, incertidumbre, elaboración y proceso de lo vivido, el inconsciente. Si echamos la vista atrás, la existencia del hombre hasta la aparición de nuestra sofisticada vida urbana y progresiva desconexión de la naturaleza, la noche estuvo siempre asociada a un intenso miedo físico y psicológico, real como reales eran la indefensión ante las bestias y todo tipo de inclemencias, como imaginario. Hoy en día, el niño que todos fuimos y sigue permaneciendo en nosotros conserva la herencia de ese miedo ancestral, inconsciente…ajeno a la razón y la esperanza
 
    Finalizan nuestros trabajos en Logia, nos dirigimos al Oc:., lugar del crepúsculo hacia el que poco a poco nos retiramos de la fuente de luz para meditar, digerir y proyectar hacia el exterior todo lo recibido y acumulado.

    La Naturaleza en la que vivimos y de la que formamos parte está compuesta por este ritmo constante de oscilación pendular; luz-oscuridad, ascenso, descenso… en el que cada uno de estos dos elementos da sentido y paso al siguiente, y así sucesivamente, sin paradoja, trauma o duda. Así ha sido, es, y será, es una Ley Universal. Asumir dichos ciclos es nuestro trabajo, nuestro deber y la oportunidad para comprender los propios; nuestros períodos de alegría y desesperación van ensamblados por otros de aparente menor significado pero anunciadores de algo bueno y presagio de lo malo por venir. Estos claroscuros son igualmente cíclicos, uno no debería anular al otro, ni dominarlo, sino convivir de modo armónico. Este sería un certero indicador de un individuo equilibrado, que ha integrado las enseñanzas de las leyes y pautas universales y acompasado sus biorritmos a las mismas. Por tanto, ¿es el Alba y el Crepúsculo buena y malo?, preferimos pensar que forma parte de una misma cosa, que constituyen dulces estadios intermedios que suavizan la crudeza de esos opuestos día-noche, alegría-tristeza…que estamos llamados a superar

   Esta Logia que somos fuimos sorprendidos gratamente por el intensísimo  carácter poético que tiñó nuestra anterior tenida. Nada es casual, la poesía es símbolo, belleza igualmente…todo plenamente masónico;

   El Alba es luz que rompe el sueño, la que “levanta el negro velo de la gran tumba de la noche” según Lorca, aquella que, para Alberti, “decapitando sueños, fatigadas, sobre el túmulo alto de los cerros, hace que las estrellas del valle se marchen
   El crepúsculo, envuelto en negrura y plagado de onirismo se presta para los poetas a la soledad y melancolía, Neruda nos dice que “en los ojos de luto de la amada comienza el país del sueño”

   Pero es quizás el humanista Giordano Bruno, paradigma de librepensador e inquietud por el saber e ir siempre más allá hasta sus últimas consecuencias, quien habla  del optimismo y esperanza que, por nuestra condición de masones, nos deben distinguir;

    “No importa cuán oscura sea la noche, espejo del alba, y aquellos que viven en el día esperan la noche. Por tanto, regocíjate y mantente íntegro, si puedes, y devuelve amor por amor”


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