Fiel a los ideales de
Libertad, Igualdad y Fraternidad, fue republicana y laica.
Nació el 25 de enero de 1867 en Elvas, en
el barrio de Santa Maria de Alcáçova, en el centro de la región del Alentejo,
muy próxima a la frontera con España y de Badajoz. Murió en Lisboa el 14 de septiembre de 1935.
Hablar de Adelaide Cabete en pocas líneas no es fácil, pues no fue una
mujer de su tiempo sino de vanguardía. Fue muy avanzada en muchos dominios a la
mayoría de mujeres de su tiempo. Entre lo más destacable fue su preocupación
por la salud y educación de las mujeres, con atención especial a las
embarazadas. Efectivamente, al igual que su antiguo maestro Dr. Alfredo da
Costa, militó en favor de la creación de una institución que protegiera a las
madres y a los recién nacidos : una maternidad que finalmente vio la luz
en 1932. En su casa, desde muy joven, trabajó en la recogida y secado de las
ciruelas para una empresa familiar que aseguraba la subsistencia de la familia,
como se decía entonces.
A la edad de 19 años, se casó con Manuel Ramos Fernandes Cabete
(1849-1916) con la autorización de su madre, ya que en aquella época en Portugal y según el Código Seabra
de 1867, la mayoría de edad estaba establecida en los 21 años. Más tarde, se instalaron en Entroncamento,
y en septiembre de 1887 en Lisboa por el nombramiento del Sargento Manuel
Cabete para dirigir la 1ª Compañía del Batallón de la Guardia Fiscal.
A partir de aquí comienza una nueva vida:
su formación, su ascensión cultural y social bajo la influencia y apoyo
incondicional de su marido. Este hombre « una curiosa
figura intelectual autodidacta que, prodigio de inteligencia y voluntad, logró
entre sus hobbies estudiar a fondo, entre otras materias la historia,
geografía, filosofía y las lenguas vivas y antiguas » como menciona Alda
Pereira en «Âme de femme ».
Dos años más tarde, en 1889, Adelaide Cabete termina su instrucción primaria y se inscribe
inmediatamente en el Liceo Nacional de Lisboa. En 1894, año de la muerte de la parisina Marie Deraismes
(1828-1894), Adelaide finaliza el Liceo contando siempre con la ayuda de su
marido que continuó siendo su mentor gracias también a que compartía con ella
las tareas del hogar.
Continuando su recorrido académico,
sabemos que el 7 de octubre de 1895, a la edad de 28 años. Se matriculó en la
escuela de Medicina quirúrgica de Lisboa y obtuvo su licenciatura en 1900 con
una nota de 14 sobre 20 y con la tesis « La protección de las mujeres
embarazadas pobres como medio para promover el desarrollo psíquico de nuevas
generaciones » que fue editada en 1901.
En el mismo año,
1900, tras su adhesión como miembro de la Sociedad de Ciencias médicas, ya
estaba ejerciendo su especialidad en Ginecología en un mundo que hasta la fecha
estaba reservado a los hombres, así como se hizo cargo de funciones que hasta ese momento le hubieran resultado
inaccesibles. Además de
su trabajo de consulta, se comprometió y defendió la causa feminista.
Con este espíritu participó en la
fundación de numerosas asociaciones teniendo responsabilidades directivas. En
1906 es una de las fundadoras y administradoras del Comité portugués de la
Asociación francesa « La Paix et le Désarmement par les Femmes ». En 1908, aunque
por un corto espacio de tiempo, forma parte de la Liga republicana de mujeres
portuguesas y, en 1914, del Consejo Nacional de las mujeres portuguesas del que
fue Presidenta hasta su muerte. En 1929 también se comprometió como fundadora de la Asociación de
mujeres universitarias portuguesas y al año siguiente, fue a Angola con su sobrino
Arnaldo Brazão (también fundador del DH :. En Portugal), donde sería
la primera y única mujer en ejercer el derecho a voto con ocasión, en 1933, del
Plebiscito sobre la Nueva Constitución política de la República portuguesa.
La aviación, actividad nueva en
aquellos tiempos, también tendrá que ver con Adelaide Cabete. Según narra
Isabel Lousada en una revista de la Fuerza aérea portuguesa, fue la primera
secretaria de la Asamblea General del Centro Nacional de Aviación que se creó
en 1914. También prestó sus servicios médicos allí, en donde dicha asistencia
era tan necesaria por tratarse de una profesión de alto riesgo.
Adelaide Cabete fue médica y
profesora del Instituto Femenino de Educación y Trabajo, que hoy día es el
Instituto D. Afonso Odivelas-Infante. Fue también miembro de la Sociedad de Geografía de
Lisboa teniendo el nº 9162 de matrícula y fue la corresponsal en Angola de esta
sociedad. Sin embargo,
toda su vida estuvo consagrada a la lucha por los desfavorecidos y por la
educación.
En el plano internacional, representó
a Portugal en diferentes congresos. En 1913 participó en el Congreso feminista
en Gante, Bélgica. Su intervención en él trató sobre el tema « La enseñanza de la
puericultura ». El mismo año participó también en el Congreso de París
organizado por la Federación Abolicionista Internacional.
En 1923 siendo VM\ de la R\ L\ Humanidade, n.º 776, de “Le Droit Humain”
de la que fue fundadora, participó en el Congreso internacional feminista de
Roma donde hizo un discurso sobre es tratamiento de la mujer no casada y los
hijos ilegítimos en la legislación portuguesa. Dos años
más tarde, en 1925, participó, como delegada del gobierno portugués, en el
Congreso internacional feminista de Washington. En el informe que presentó en el Congreso sobre
los años 1920 – 1925, trató de temas tan variados como las reivindicaciones
feministas, la creación de Obras de caridad y las Bibliotecas feministas, así
como de las conferencias que había dado sobre educación y contra el alcoholismo
y otros asuntos importantes. Al año siguiente organizó el
Primer Congreso Abolicionista de Lisboa.
La intervención política será una constante en su vida. Su célebre
discurso pronunciado diez años después de la implantación de la República
Portuguesa, en octubre de 1920, nos revela que ella misma y Carolina Beatriz
Ângelo habían sido las encargadas de hacer las banderas del día de la
proclamación, el 5 de octubre de 1910. Así pues, podemos deducir que participó en la sombra en la Revolución en
marcha, haciendo realidad con ello todos sus sueños.
Su célebre discurso :
« Al alba del 4 de octubre del año 1910, fui despertada por el
estruendo de los cañones y de la artilleria. Era algo sabido que la revolución
republicana iba a causar para
siempre la caída de un trono arruinado, lleno de vergonzosas tradiciones y que
los reyes de la dinastía de Braganza no habían sabido honrar.
Alegría indescriptible.
Con qué entusiasmo, una noche redentora de agosto de este año, y bajo el
secreto masónico, a mi amiga y recordada colega la Dra. Carolina Beatriz Angelo
y mí, nos encargó el Gran Maestre adjunto de la Masonería portuguesa de la
época, el Dr. José Castro, preparar 20 banderas verdes y rojas en menos de 48
horas.
Con objeto de garantizar el secreto y evitar cualquier falta a nuestro compromiso,
propusimos confeccionar nosotras mismas las banderas. Y así se hizo. El día
siguiente se recibía el tejido y la misma noche la tarea estaba cumplida. 24
horas más tarde, los revolucionarios tenían entre las manos el símbolo sagrado
de la Revolución.
La revuelta debía estallar en 48 horas.
¡Y qué placer para el espíritu el sentir entre las manos y tener tan
próxima la querida bandera, el estandarte glorioso que debía conducir a la
victoria a las tropas republicanas!. ¡Con qué emoción recuerdo estas horas de
trabajo febril y realmente agotador!
En nuestrodevoto peregrinaje al Museo de la Revolución, vimos algunas
banderas entre otras reliquias. Algunos meses más tarde fuimos a visitarlo de
nuevo, pero estaba cerrado.
Tras la entrega de las banderas fueron pasando
los días. Fue el tercer día cuando entrevimos una pequeña noticia aislada en el
gran bastión de la República, el periódico “Le Monde”, todavía dirigido
entonces por el valiente y recordado França Borges. La noticia
hablaba de la Hidra, de las tropas de prevención, etc…
El movimiento no se había puesto en marcha sin importar las circunstancias.
No habíamos desesperado.
Los días pasaron.
Sin embargo, el 4 y el 5 de octubre llegaron.
No fue una sorpresa.
¡Qué de emociones!
¡Cuánta alegría!
¡Y después las manifestaciones de júbilo!
La parte baja de la ciudad estaba llena de gentes que habían descendido de
sus barrios. Había aplausos, abrazos, aclamaciones, gritos, todo lo que podía
exteriorizarse en esa efusión de alegría que expresaba el sentimiento íntimo de
cada uno.
Horas ya lejanas que espero no vivir de nuevo.
¡Qué bueno es recordar el pasado!
¡Qué fe!
¡Qué esperanza!
¡Qué futuro más agradable se perfilaba!
Era la República.
Era la realización del ideal de tantos años de lucha, de sacrificios y
esfuerzos sin precedentes, de conspiraciones peligrosas, así como de grandes
contrariedades y fallos.
¡De esto hace ya 10 años !
Hoy día, en la primera década republicana, no queremos dejar de gritar:
¡Viva la República!
La misma República por la que había
luchado Adelaide Cabete la decoró en 1995 a título póstumo con la medalla y el
collar de Gran Oficial de la Orden de la Libertad. Todavía queda mucho por
decir de Adelaide Cabete. Sin embargo, podemos concluir así: Fue una
republicana convencida y una mujer comprometida en numerosas causas.
Lisboa, Febrero 2011 E\V\
S\ Ana Maria Pires da Silva
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