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martes, 12 de febrero de 2013

Adelaide Cabete, una mujer de vanguardia



 Adelaide de Jesus Damas Brazão fue iniciada en 1907 en la RL :. Humanidade, logia femenina que trabajaba el Rito Francés del GOLU (Gran Oriente Lusitano Unido) y recibió como nombre simbólico Louise Michel”. Al estar en desacuerdo con las diferencias de tratamiento entre logias masculinas y femeninas, acabó por dejar la Orden. En 1923, fundó en Portugal la primera logia de la Orden Masónica Mixta Internacional « Le Droit Humain », habiendo obtenido el grado 18º de “C\ R\ Croix”.
Fiel a los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, fue republicana y laica.
Nació el 25 de enero de 1867 en Elvas, en el barrio de Santa Maria de Alcáçova, en el centro de la región del Alentejo, muy próxima a la frontera con España y de Badajoz. Murió en Lisboa el 14 de septiembre de 1935.
Hablar de Adelaide Cabete en pocas líneas no es fácil, pues no fue una mujer de su tiempo sino de vanguardía. Fue muy avanzada en muchos dominios a la mayoría de mujeres de su tiempo. Entre lo más destacable fue su preocupación por la salud y educación de las mujeres, con atención especial a las embarazadas. Efectivamente, al igual que su antiguo maestro Dr. Alfredo da Costa, militó en favor de la creación de una institución que protegiera a las madres y a los recién nacidos : una maternidad que finalmente vio la luz en 1932. En su casa, desde muy joven, trabajó en la recogida y secado de las ciruelas para una empresa familiar que aseguraba la subsistencia de la familia, como se decía entonces.
A la edad de 19 años, se casó con Manuel Ramos Fernandes Cabete (1849-1916) con la autorización de su madre,  ya que en aquella época en Portugal y según el Código Seabra de 1867, la mayoría de edad estaba establecida en los 21 años. Más tarde, se instalaron en Entroncamento, y en septiembre de 1887 en Lisboa por el nombramiento del Sargento Manuel Cabete para dirigir la 1ª Compañía del Batallón de la Guardia Fiscal.
A partir de aquí comienza una nueva vida: su formación, su ascensión cultural y social bajo la influencia y apoyo incondicional de su marido. Este hombre « una curiosa figura intelectual autodidacta que, prodigio de inteligencia y voluntad, logró entre sus hobbies estudiar a fondo, entre otras materias la historia, geografía, filosofía y las lenguas vivas y antiguas » como menciona Alda Pereira en «Âme de femme ».
Dos años más tarde, en 1889, Adelaide Cabete termina su instrucción primaria y se inscribe inmediatamente en el Liceo Nacional de Lisboa. En 1894, año de la muerte de la parisina Marie Deraismes (1828-1894), Adelaide finaliza el Liceo contando siempre con la ayuda de su marido que continuó siendo su mentor gracias también a que compartía con ella las tareas del hogar.
Continuando su recorrido académico, sabemos que el 7 de octubre de 1895, a la edad de 28 años. Se matriculó en la escuela de Medicina quirúrgica de Lisboa y obtuvo su licenciatura en 1900 con una nota de 14 sobre 20 y con la tesis « La protección de las mujeres embarazadas pobres como medio para promover el desarrollo psíquico de nuevas generaciones » que fue editada en 1901.
En el mismo año, 1900, tras su adhesión como miembro de la Sociedad de Ciencias médicas, ya estaba ejerciendo su especialidad en Ginecología en un mundo que hasta la fecha estaba reservado a los hombres, así como se hizo cargo de funciones que hasta ese momento le hubieran resultado inaccesibles. Además de su trabajo de consulta, se comprometió y defendió la causa feminista.
Con este espíritu participó en la fundación de numerosas asociaciones teniendo responsabilidades directivas. En 1906 es una de las fundadoras y administradoras del Comité portugués de la Asociación francesa « La Paix et le Désarmement par les Femmes ». En 1908, aunque por un corto espacio de tiempo, forma parte de la Liga republicana de mujeres portuguesas y, en 1914, del Consejo Nacional de las mujeres portuguesas del que fue Presidenta hasta su muerte. En 1929 también se comprometió como fundadora de la Asociación de mujeres universitarias portuguesas y al año siguiente, fue a Angola con su sobrino Arnaldo Brazão (también fundador del DH :. En Portugal), donde sería la primera y única mujer en ejercer el derecho a voto con ocasión, en 1933, del Plebiscito sobre la Nueva Constitución política de la República portuguesa.
La aviación, actividad nueva en aquellos tiempos, también tendrá que ver con Adelaide Cabete. Según narra Isabel Lousada en una revista de la Fuerza aérea portuguesa, fue la primera secretaria de la Asamblea General del Centro Nacional de Aviación que se creó en 1914. También prestó sus servicios médicos allí, en donde dicha asistencia era tan necesaria por tratarse de una profesión de alto riesgo.
Adelaide Cabete fue médica y profesora del Instituto Femenino de Educación y Trabajo, que hoy día es el Instituto D. Afonso Odivelas-Infante. Fue también miembro de la Sociedad de Geografía de Lisboa teniendo el nº 9162 de matrícula y fue la corresponsal en Angola de esta sociedad. Sin embargo, toda su vida estuvo consagrada a la lucha por los desfavorecidos y por la educación.
En el plano internacional, representó a Portugal en diferentes congresos. En 1913 participó en el Congreso feminista en Gante, Bélgica. Su intervención en él trató sobre el tema « La enseñanza de la puericultura ». El mismo año participó también en el Congreso de París organizado por la Federación Abolicionista Internacional.
En 1923 siendo VM\ de la R\ L\ Humanidade, n.º 776, de “Le Droit Humain” de la que fue fundadora, participó en el Congreso internacional feminista de Roma donde hizo un discurso sobre es tratamiento de la mujer no casada y los hijos ilegítimos en la legislación portuguesa. Dos años más tarde, en 1925, participó, como delegada del gobierno portugués, en el Congreso internacional feminista de Washington. En el informe que presentó en el Congreso sobre los años 1920 – 1925, trató de temas tan variados como las reivindicaciones feministas, la creación de Obras de caridad y las Bibliotecas feministas, así como de las conferencias que había dado sobre educación y contra el alcoholismo y otros asuntos importantes. Al año siguiente organizó el Primer Congreso Abolicionista de Lisboa.
La intervención política será una constante en su vida. Su célebre discurso pronunciado diez años después de la implantación de la República Portuguesa, en octubre de 1920, nos revela que ella misma y Carolina Beatriz Ângelo habían sido las encargadas de hacer las banderas del día de la proclamación, el 5 de octubre de 1910. Así pues, podemos deducir que participó en la sombra en la Revolución en marcha, haciendo realidad con ello todos sus sueños.
Su célebre discurso :

« Al alba del 4 de octubre del año 1910, fui despertada por el estruendo de los cañones y de la artilleria. Era algo sabido que la revolución republicana iba a  causar para siempre la caída de un trono arruinado, lleno de vergonzosas tradiciones y que los reyes de la dinastía de Braganza no habían sabido honrar.
Alegría indescriptible.
Con qué entusiasmo, una noche redentora de agosto de este año, y bajo el secreto masónico, a mi amiga y recordada colega la Dra. Carolina Beatriz Angelo y mí, nos encargó el Gran Maestre adjunto de la Masonería portuguesa de la época, el Dr. José Castro, preparar 20 banderas verdes y rojas en menos de 48 horas.
Con objeto de garantizar el secreto y evitar cualquier falta a nuestro compromiso, propusimos confeccionar nosotras mismas las banderas. Y así se hizo. El día siguiente se recibía el tejido y la misma noche la tarea estaba cumplida. 24 horas más tarde, los revolucionarios tenían entre las manos el símbolo sagrado de la Revolución.
La revuelta debía estallar en 48 horas.
¡Y qué placer para el espíritu el sentir entre las manos y tener tan próxima la querida bandera, el estandarte glorioso que debía conducir a la victoria a las tropas republicanas!. ¡Con qué emoción recuerdo estas horas de trabajo febril y realmente agotador!
En nuestrodevoto peregrinaje al Museo de la Revolución, vimos algunas banderas entre otras reliquias. Algunos meses más tarde fuimos a visitarlo de nuevo, pero estaba cerrado.
Tras la entrega de las banderas fueron pasando los días. Fue el tercer día cuando entrevimos una pequeña noticia aislada en el gran bastión de la República, el periódico “Le Monde”, todavía dirigido entonces por el valiente y recordado França Borges. La noticia hablaba de la Hidra, de las tropas de prevención, etc…
El movimiento no se había puesto en marcha sin importar las circunstancias.
No habíamos desesperado.
Los días pasaron.
Sin embargo, el 4 y el 5 de octubre llegaron.
No fue una sorpresa.
¡Qué de emociones!
¡Cuánta alegría!
¡Y después las manifestaciones de júbilo!
La parte baja de la ciudad estaba llena de gentes que habían descendido de sus barrios. Había aplausos, abrazos, aclamaciones, gritos, todo lo que podía exteriorizarse en esa efusión de alegría que expresaba el sentimiento íntimo de cada uno.
Horas ya lejanas que espero no vivir de nuevo.
¡Qué bueno es recordar el pasado!
¡Qué fe!
¡Qué esperanza!
¡Qué futuro más agradable se perfilaba!
Era la República.
Era la realización del ideal de tantos años de lucha, de sacrificios y esfuerzos sin precedentes, de conspiraciones peligrosas, así como de grandes contrariedades y fallos.
¡De esto hace ya 10 años !
Hoy día, en la primera década republicana, no queremos dejar de gritar: ¡Viva la República!

La misma República por la que había luchado Adelaide Cabete la decoró en 1995 a título póstumo con la medalla y el collar de Gran Oficial de la Orden de la Libertad. Todavía queda mucho por decir de Adelaide Cabete. Sin embargo, podemos concluir así: Fue una republicana convencida y una mujer comprometida en numerosas causas.

Lisboa, Febrero 2011 E\V\
S\ Ana Maria Pires da Silva

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