Excelente artículo publicado en la revista Aragón nº 373, editada por el SIPA y escrito por su nieta Cristina. Deseamos que ayude a rescatar del olvido la ilustre figura del hermano de Constancia, Manuel Marín Sancho.
Cristina Marín Chaves
Caballeros
de mil ideales. Así consideraba Don Pascual Galindo a los socios del SIPA[i].
Y no andaba descaminado. En sus inicios, el SIPA estuvo constituido por
personas de extracción burguesa con cierta ingenuidad igualitaria que se
traducía a su vez en una confianza casi ciega en la Humanidad. Hombres buenos
que confiaban en que los hombres eran buenos. En aquellos mediados de las años
veinte y principios de los treinta del pasado siglo Zaragoza era una ciudad, que
no llega a los 190.000 habitantes al final de este periodo[ii]
pero que llega a ser un verdadero hervidero en mitad del desierto cultural y
cuasianalfabeto del Aragón –y la España- profundo. En ese periodo en Zaragoza
llega a haber tres teatros, el Principal, el Teatro Circo y el Teatro
Parisiana, además de cines, espacios para exposiciones de arte, Orquesta
Sinfónica, dirigida por Luis Aula y cuatro diarios y revistas de carácter
cultural, como Relieves, Noreste, Amanecer y Aragón[iii],
lo cual nos da idea de la magnitud de aquel fértil periodo que no se volverá a
repetir hasta muchas décadas después. Este movimiento cultural fue posible
gracias a “inquietos” que participaron, o fueron artífices de distintas
iniciativas. Entre ellos destacó Iñigo Manuel Marín Sancho.
Marín
Sancho es, pues, un hombre de su tiempo -aunque cualquier tiempo necesitaría un
hombre como Marín Sancho-. Es caballero de mil ideales, pero también facetas.
En sus apenas doce años de actividad pública, entre 1924 y 1936, fue escritor,
periodista, archivero y publicista, además de melómano, mentor, esperantista,
aragonesista, republicano, masón y, sobre todo hombre de familia enamorado de
una humilde costurera de ojos verde lago y apasionado de sus tres hijos
Manuel Marín Sancho con sus tres hijos, de izquierda a derecha,Basilio, María Teresa y María Luisa. |
Cuenta
Antón Castro en su artículo publicado en el Heraldo de Aragón el 26 de marzo de
2006[iv]
que uno de sus amigos de entonces, el periodista y escritor Andrés Ruiz
Castillo, lo definió como “una auténtica revolución que llegó a fundar Prensa
Ebro, una agencia de publicidad”. En ese mismo artículo, fruto de una entrevista
a sus hijos Basilio y María Luisa, ambos comentan que “Mi padre poseía un gran
sentido del humor, siempre sonreía. Era alegre y confiado”. Esos eran dos
rasgos característicos de Manuel Marín Sancho: La alegría y la confianza, la
confianza en la Humanidad, en la bondad y en su propia inocencia, como
describió en su última carta horas antes de que lo fusilaran el 2 de diciembre
de 1936 por su pertenencia a la masonería y que Pérez-Lizano (op. Cit.)
transcribe íntegra:
“Querida
familia: El domingo recibí las líneas que me pusisteis, dándome cuenta del
regreso del padrino, y ayer la carta dominguera. Hoy he recibido el paquete,
que, como siempre, me ha gustado extraordinariamente.
“El
sábado fuimos a la carretera pues como había llovido tanto estaba el suelo
imposible y no se podía hacer nada. Fuimos ayer, y nos hizo un día de perros;
pero me abrigué bien, y, con el trabajo, se contrarrestó el tiempo todo lo
posible.
“Estoy
entusiasmado de las carticas y dibujos de esta vez. Son muy bonitos y no sé
cual me gusta más.
“Ayer
salieron estampicas en el chocolate y os la mando, una para cada uno.
“Agradezco
mucho lo que me decís de los amigos. La visita la dejo a su elección, aunque
como son tan breves, casi no vale la pena de la molestia que supone para ellos
subir hasta aquí.
“Yo
preferiría que pongan su valimiento en mi favor. Estoy tranquilo de no haber
hecho nada malo, ni medianamente malo; pero algunos de los que intervienen no
me conocen suficientemente y me gustaría que supiesen de mi moralidad y de mi
conducta siempre limpia. (…)
“El
domingo pasé un rato de gran emoción y alegría. Tomé la Comunión y tuve mi
pensamiento puesto en vosotros.
“No soy
impaciente, pues pienso siempre en que la Justicia Divina es infalible; pero
son ya sesenta y tres días los que llevo separado de vosotros, y querría saber
algo. Acepto lo que Dios disponga de mí. (…)
“Espero
vuestras noticias inmediatas y sinceras.
“Todos
mis besos.”
Cromo recibido por Basilio Marín Ferrer cuarenta años después de que se lo enviara su padre desde la cárcel. |
Aquel
cromo le llegó a su hijo Basilio 40 años después…
Marín
Sancho y la revista Aragón
Sin
dejar de colaborar en otras publicaciones, como EL Noticiero o la revista El
Ebro, en octubre de 1925, y con apenas 26 años, funda y dirige, hasta 1930, la
revista Aragón, mensual en aquellos primeros años, como una apuesta por el progreso,
la cultura y el civismo, característica también del SIPA. Su primer artículo,
en el nº1 de octubre de 1925, se titula “El Pilar y la fiesta de la raza”.
Escribe también sobre arte, especialmente contemporáneo, como por ejemplo, en el
nº4 (enero de 1926): «Artistas Aragoneses. Honorio, Sanz Lafita y Durbán», tras
una visita que realiza al estudio que comparten el escultor y el pintor. No en
vano su relación con artistas plásticos coetáneos se hace patente en la
exquisita selección de portadas de la revista.
Pero su
pasión por el arte va más allá y con su artículo sobre “EL II salón
internacional de fotografía” (nº14, noviembre de 1926) considera que “La
fotografía ha conquistado una consideración estética muy estimable y sin reparo
alguno debe ser tenida como un arte más.” Es tal la apuesta que a partir de
1930 la propia revista organiza concursos de fotografía para su publicitación,
que desde este momento lo realizan también fotógrafos[v].
También
procura contribuir a la modernización de las estructuras artísticas aragonesas,
defendiendo la necesidad de dotar al territorio de una red cultural que
permitiera no sólo la formación sino también la difusión artística. Como vemos,
estos planteamientos y necesidades siguen vigentes. No son los únicos. A Marín
Sancho le interesa todo en su más amplio significado, y sorprende la modernidad
y actualidad de sus planteamientos, no tanto por su visión intelectual –que
también- sino porque más de ochenta años después este país siga adoleciendo de
problemas similares, como cuando habla sobre urbanismo (nº16, enero de 1927) en
el que considera que “Zaragoza es la ciudad de estética más anárquica. Pero la
ciudad es así, porque en muchos años no ha tenido un arquitecto urbano, un
arquitecto que supiese hacer calles de ciudad. (…) Podría decirse que todos los
defectos de los zaragozanos están concentrados en la estructura de la ciudad”. Al
Canfranc, en el monográfico de julio de 1928 (nº34), lo concibe como “el nexo
del viejo solar ibero con las civilizaciones europeas. (…) Es algo más que un
simple túnel para dejar paso a un tren y que un alarde del tesón. Es una obra
gloriosa: de Paz, porque acerca a los hombres de distintos pueblos, y estos
acercamientos crean siempre amistad; de Civilización, porque la amistad
engendra conocimiento; de Economía, porque los pueblos que se conocen y se
aman, se auxilian.” También podríamos firmar ahora cuando escribe que la jota
(nº26, septiembre de 1928): “Muere por «consunción», por hacer de la jota un
tópico o una industria, por los «casticistas», que no pasan de ser
«populachistas » los hombres de talento romo, los propagadores del «baturrismo»
y «matraquerías».” Significativas son sus palabras sobre la existencia del arte aragonés de las
que Pérez-Lizano (op. Cit.) comenta que la búsqueda de ese arte aragonés, ese
“baturrismo” era nada comparado con algunos vascos y catalanes. De nuevo un
calco de la realidad actual. Poco hemos avanzado en este tiempo.
Marín
Sancho deja la dirección de la Revista Aragón en 1930, tras una serie de
desacuerdos con la dirección de aquel momento, encabezada por Eloy Chóliz al
que le escribe “Con todo el sentimiento de quien se ve obligado a abandonar las
cosas en que se ha puesto entusiasmo, voluntad y cariño para crearlas y verlas
crecer en una palabra, hacerlas, caso mío respecto de la revista Aragón, me veo
en la necesidad de manifestar a Vd. para que así lo haga saber a los queridos
compañeros de la Directiva, que desde esta fecha dimito de la Dirección de la
Revista. (…) como en manera alguna quiero que por mi pueda llegar ningún
perjuicio al SIPA y ha habido un socio que ha enviado su baja, por causa mía,
mi deber es apartarme. (…) Mi dimisión no significa apartamiento del SIPA ni de
nadie de Vds, por el contrario, y si es que cabe, mi colaboración ha de ser
cada vez más intensa, sobre todo con la labor que desinteresadamente pueda
hacer desde «Ebro-Prensa». (…) Debo dejar la dirección de la Revista, y la
dejo; y no pasa más. Desde luego, y hasta tanto que designe la persona que se
ha de hacer cargo, no tengo inconveniente en continuar, para que no se pueda
ocasionar retraso en la normal publicación. Fácilmente, puesto que ya está orientada
y con vida pujante, encontrarán persona con carácter más dúctil que el mío, y
de mejor avenir, si bien es verdad que haya que reconocer, que todas mis
intransigencias y parcialismos han estado encaminados en sentido de prescindir,
por el decoro debido a Aragón, de quienes entendía que eran desafectos al SIPA
y de rechazar falsos valores logrado a fuerza de intrigas y servilismos.” Todo
un ejemplo de honestidad.
Manuel
Marín Sancho muere fusilado en la madrugada del 2 de diciembre de 1936, tras
ser hecho prisionero por su pertenencia a la masonería, tal y como él mismo
declara seguramente bajo tortura, y sin que se lleve a cabo dos órdenes de la
Jefatura Superior de Policía para la puesta en libertad suya y de Andrés Cobo
San Emeterio con fecha de 30 de noviembre y uno de diciembre de 1936 que llegan
tarde o no llegan al Director de la Prisión Provincial. El resultado ya lo
sabemos. Muerte y olvido durante décadas hasta que sus descendientes decidimos
hacerle honor comenzando por la solicitud –y concesión- de una calle con su
nombre y,
posteriormente la publicación ya citada de Pérez-Lizano, en la que se hace un
repaso a tan trepidante figura intelectual de uno de los momentos más
interesantes de la historia reciente zaragozana.
[i] PARRA, S. (2004).- “SIPA.
Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón”. Ed. Ibercaja, 189 pp
[ii] AYUNTAMIENTO
DE ZARAGOZA (2004).- “Estudio sobre la evolución de la población de la ciudad
del Zaragoza”. Ed. EXCMO. Ayuntamiento de Zaragoza. Área de Régimen Interior y
Fomento. Unidad de Estadística y Gestión Padronal. 26 pp.
[iv] Castro,
A. (2006).- “El periodista que nunca dejó de sonreír”.Artículo publicado en el
Heraldo de Aragón el 26 de marzo de 2006. p 6 Heraldo Domingo.
[v] LOMBA,
C.(1998).- “La revista Aragón y la plástica contemporánea en Aragón entre 1925
y 1936” Artigrama nº13, pp 315-329.
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