“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
Esta frase de "El Quijote”
describe de una manera hermosa la
libertad.
Pero antes de conquistarla deberíamos tener una idea clara de lo que
supone ser libre; vivir en libertad y como no, de los derechos y las
responsabilidades inherentes a este estado de vida.
Justiniano transcribió en el Digesto el concepto romano de libertad:
“La libertad es la facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo el
impedimento por la fuerza o el derecho”.
En Francia, en la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la libertad se consagra como Derecho
Fundamental en el artículo 2° y se define en el 4° en estos términos: "La
facultad de hacer todo aquello que no perjudique a otro".
“No se nos otorgará la libertad externa más
que en la medida exacta en que hayamos
sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.”
Mahatma
Gandhi (1869-1948)
Abundando en este concepto,
Rudolf Steiner en su libro “La filosofía de la libertad” se centra en el
problema del libre albedrío. Steiner, divide inicialmente los dos aspectos: la libertad del pensamiento y la libertad de acción. Expone que la libertad interna
está alcanzada cuando tendemos un puente sobre el espacio existente entre
nuestras impresiones sensoriales, que reflejan el aspecto externo del mundo, y
nuestros pensamientos, que nos dan acceso a la naturaleza interna del mundo. La libertad externa
se consigue impregnando nuestras acciones con la imaginación moral. Steiner intenta
demostrar que estos dos aspectos de la libertad interna y externa son
integrales el uno al otro, y que la libertad verdadera será alcanzada solamente
cuando se unan.
Nacemos potencialmente libres, ¿vivimos libres?. La importancia de la
educación.
EL H.·. Georges Dumézil,
brillante pedagogo represaliado por el régimen de Vichy,
escribió:
ENSEÑANZA Y LIBERTAD.
La
enseñanza y la libertad de enseñar.
Dificultades particulares de todos los problemas de libertad cuando se
trata del niño, que no es más que un ser libre en potencia.
¿Quien habla de educación, no dice de alguna manera tutela?
¿Como conciliar tutela y libertad?
Quien habla de transmitir ¿no dice en que
grado debe imponerse y como concebir una educación que no forme más que el
espíritu crítico sin a su vez, transferir un sustrato positivo de ideas, ideales o
sistemas?
Pero además del desarrollo de un espíritu
crítico y la transmisión de unos valores, hay además para los educadores, otras
dos tareas de igual importancia.
1.- El desarrollo de un espíritu de
progreso: es decir de búsqueda, de riesgo. También de humildad intelectual y de
docilidad ante la experiencia. Basado en el principio “No se elimina nada más
que aquello que es reemplazado”.
2.- El desarrollo de un espíritu de
tolerancia, que no signifique renuncia ni escepticismo, sino desarrollo de la conciencia: una de las condiciones de
toda construcción permanente.
La libertad individual -o
libertad interior- se construye
sobre los cimientos éticos y morales que nos han sido dados a través de la
educación. Esta perspectiva de “la
conquista de libertades” afecta por igual
a nuestra propia libertad y a la libertad exterior.
Independientemente del peso que debe tener la familia y el
estado en la educación de los niños, hay innumerables elementos que
distorsionan la realidad de una buena educación: grupos sociales, religiosos,
políticos... y como no los riesgos de un estado débil o totalitario:
oligarquías, partidos, organizaciones reaccionarias o demagógicas, etc.
Nosotros que mayoritariamente
hemos vivido una educación marcada en muchos aspectos por un estado dictatorial, hemos tenido la suerte
de aprender y compartir en familia
unos sólidos valores éticos y morales. También algunos muy buenos maestros, además del efecto rechazo
producido por un nacional-catolicismo denso y recalcitrante.
El H.·. Voltaire, en su
Diccionario Filosófico y a
propósito de la libertad de pensamiento, cuenta un interesante diálogo entre
dos contendientes de la Batalla de los Montes de Torrero de Zaragoza: Lord Boldmind,
oficial inglés del ejercito aliado y el conde Medroso, un alguacil de la Inquisición partidario de Felipe V. En un epígrafe, Voltaire dice:
Una vida digna del ser humano se identifica
con el pensamiento racional. Este pensamiento es libre, es decir, no conoce más
autoridad que la razón, y puede, por tanto, analizarlo todo por si mismo. La
libertad se identifica sobre todo con la libertad de conciencia porque es
principalmente la religión la que pone trabas al ejercicio del pensamiento. Por
eso, es causa de ignorancia generalizada en todas las ramas del saber.
Entramos en Masonería, siendo
personas razonablemente libres y con bastantes buenas costumbres. Pero no
podemos olvidar que hay una serie de factores que impiden o limitan la libertad
individual.
Podemos citar: la ignorancia, o
ausencia de conocimientos. El miedo o la ofuscación emocional. Las pasiones
como la cólera, la ira, la soberbia, la violencia o la envidia. Los desajustes
psíquicos como la neurosis, la ansiedad o la angustia. Las graves adicciones,
etc.
El método masónico.
“Nosotros conocemos en nuestros Templos
grados diferentes de los que separan la virtud del vicio.
Evita hacer una
diferencia que pueda destruir esta igualdad que nos une. Corre al auxilio de tu
H.·., sea quien sea, busca al que se extravía, releva al que cae, no alimentes jamás ningún sentimiento de
odio o de enemistad contra él. Sé benévolo, afable; alumbra en todos los
corazones el fuego de la virtud, comparte tu bienestar con el prójimo y que la
envidia no venga jamás a destruir esa sana alegría. Perdona a tu enemigo y no
te vengues de él, sino devuélvele bien por mal. Cumpliendo estas leyes supremas
encontrarás las trazas de tu grandeza antigua y perdida.”
Léon
Tolstoï. Guerra y Paz.
Este hermoso discurso de
bienvenida del V.·.M.·. de la Logia a un personaje del relato, el conde Pierre
Kirillovitch, describe de manera notable la fraternidad masónica. Tolstoï, que
no fue iniciado, amaba la masonería. Como prueba, existe una carta enviada a un
autor alemán pocos meses antes de su muerte. Escribió: ”Estoy contento de ver que inconscientemente, soy un masón. Desde mi
niñez he tenido un gran respeto por esta organización, y estoy persuadido que
ha rendido grandes servicios al género humano”.
El método masónico cincela golpe
a golpe la piedra eliminando las asperezas. Como escuela de perfeccionamiento,
la Logia trabaja en fraternidad,
igualdad y libertad. La Logia nos ayuda a ser libres.
Únicamente siendo libres podemos conquistar la Libertad.
Hasta épocas recientes, libertad significaba la ausencia de esclavitud y todavía hoy en muchos lugares sigue significando lo mismo.
La libertad social está condicionada por muchos y diferentes factores. Evidentemente no es lo mismo la libertad reflejada en el Digesto Romano que la libertad que confiere la Constitución Francesa. Tampoco es lo mismo el sentido de libertad de un ciudadano español o el de un ciudadano africano.
La libertad social está condicionada por muchos y diferentes factores. Evidentemente no es lo mismo la libertad reflejada en el Digesto Romano que la libertad que confiere la Constitución Francesa. Tampoco es lo mismo el sentido de libertad de un ciudadano español o el de un ciudadano africano.
En Europa los movimientos
filosóficos, políticos y sociales, luchan desde finales del siglo XVIII para construir una sociedad democrática basada en valores como la
paz, el respeto, la igualdad, la solidaridad, la dignidad, la honradez y la
fraternidad. Todavía falta mucho camino por recorrer y el peligro de una
involución está a la orden del día. Pero,
¿ocurre lo mismo en otros continentes?.
La conquista de la Libertad no
puede circunscribirse a un espacio geográfico concreto. Recordemos el artículo
3 de nuestra Constitución Internacional:
“Respetuosos del laicismo, de todas las creencias relativas a la
eternidad o a la no eternidad de la vida espiritual, sus miembros buscan, ante
todo, concretar en la Tierra y para todos los humanos el máximo desarrollo
moral, intelectual y espiritual, condición primera para que cada individuo
pueda alcanzar la felicidad en una sociedad fraternalmente organizada”.
El imaginario de los
HH.·. Maria Deraismes y Georges Martin se mantiene plenamente vigente más de
100 años después de nuestra Fundación. Nuestra presencia internacional en más
de 60 países confirma que el ideal de nuestra Orden está mas vigente que nunca
y que aunque seamos una pequeña gota dentro de un gran vaso de agua, en la
justa medida de nuestra propia realidad, podemos ayudar a que el mundo cambie.
Terminaré con
una cita de Federico García Lorca:
“En la
bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”.
Ana C.R.
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