Basilio Marín y Pablo Campos. Photo: M. Baena 1997. |
El pasado miércoles, la Logia
Constancia celebró la ceremonia del Recuerdo en honor de su querido hermano
recientemente fallecido: Basilio Marín Ferrer, hijo del también hermano Manuel Marín Sancho, a quien recordábamos en estas páginas hace unos días.
Basilio Marín, fue uno de los
pioneros en la Masonería Española después de la dictadura. Iniciado en la
G.L.S.E. (Gran Logia Simbólica Española) en 1986, siendo el presidente de su
primera Logia en Zaragoza: Salduie.
Diversos avatares extinguieron la
luz de ese Taller, ingresando como miembro fundador de la Logia Constancia,
que a su vez se integró en Le Droit Humain en 1995.
Venerable Maestro de la Logia en
dos ocasiones, fue un trabajador perseverante; una persona de exquisita
educación y gran cultura masónica.
Acompañados de familiares y
amigos, rendimos cumplido homenaje a este librepensador, cuyo recuerdo
permanecerá imborrable para todos nosotros.
Esperemos.
Esperemos en confianza.
Esperemos en confianza y serenidad.
A continuación un trabajo de
Juan de Lanuza (nombre simbólico), sobre la creación de la Logia Constancia. Como anécdota,
decir que fue leído en el momento
que la foto ilustra (2006).
No
es fácil condensar en una breve plancha todos, o la mayor parte de los
recuerdos que se agolpan en la memoria de cuando un grupo de M.·. M.·.
decidimos constituirnos en una R.·. L.·., por supuesto “salvaje”, pues no
habíamos optado todavía en acogernos a los auspicios de una determinada
Obediencia. Como otros HH.·. pueden narrar otras vivencias o anécdotas de
aquellos ya lejanos tiempos, he preferido relatar una faceta que en aquel
entonces considerábamos de suma importancia.
Durante la etapa de R.·.
Triángulo practicábamos un Ritual bastante aproximado al del R.·. E.·. A.·. y
A.·., con modificaciones sustanciales respecto a quienes lo habíamos practicado
en un pasado próximo anterior; en la nueva singladura de R.·. L.·. estimamos
adecuado mantener y practicar el que hasta entonces habíamos utilizado,
quedando a la expectativa de usar el que determinase la Obediencia a la que nos
afiliáramos.
No obstante, como “para andar por
casa”, creímos imprescindible darnos una norma de funcionamiento interno con la
especificación de derechos y deberes, así como pautas a seguir en determinadas
situaciones. De ahí surgió la idea de elaborar y posterior redacción de lo que
dimos en llamar “REGLA INTERIOR” de la R.·. L.·. Constancia.
Cada uno de nosotros aportamos,
según nuestro leal saber y entender, nuestros conocimientos anteriores par dar
forma coherente y precisa a la normativa por la que voluntariamente debíamos
regirnos. Fue éste, un tiempo de gran entusiasmo, con reuniones casi diarias en
el estudio del Q.·. H.·. Paracelso, con debates correctos y amistosos sobre qué
debíamos incluir, qué no sería procedente y quienes deberían figurar en la
firma del documento original. Se decidió que todos debíamos estampar nuestra rúbrica,
puesto que todos éramos Maestros Masones y todos desempeñábamos alguna
Oficialía en el nuevo organigrama. Así se hizo, aunque lamentablemente falta
alguna firma y especialmente, alguien que ya no está entre nosotros y que nos
aguarda en el Oriente Eterno.
Esta es, V.·. Mª.·. y QQ.·. HH.·.
y HHª.·. un retazo de la pequeña historia del proceso de creación de la que hoy
es nuestra R.·. L.·. Constancia, de la que podemos sentirnos orgullosos tanto
los que vivimos aquellos avatares, como los que ahora adornáis nuestro Taller.
He dicho.
Juan de Lanuza .·.
O.·. de Zaragoza, a 8 de Junio de 2006.
(e.·.v.·.)
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